La limpieza, una rutina obligatoria.
A igual que el rostro, el cuello debe desmaquillarse siempre. Emplea un algodón impregnado en una loción desmaquillante y aclara, a continuación, con agua muy fría, un gesto que contribuye a reafirmar la fina piel del cuello.
Ojo con el perfume.
Pulverizar perfume sobre el cuello es una mala costumbre, ya que, debido a su alto contenido de alcohol, favorece la deshidratación.
Invierte en una buena almohada.
intenta que ésta no sea muy alta: lo ideal es que el cuello esté alineado con la columna.
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